11/04/2021 LaVoz.com.ar (Córdoba) - Web

José María del Corral: El derecho a internet tiene que ser como el acceso al agua potable

El director de Scholas Occurrentes y hombre de confianza del Papa refuerza la idea de un pacto educativo global a partir de tres elementos: tecnología, deportes y artes para los jóvenes.

Podría decirse que José María del Corral es el embajador educativo del papa Francisco. El director de Scholas Occurrentes, la ONG del Sumo Pontífice, describe las problemáticas de los jóvenes de todo el mundo con suma crudeza tras la pandemia, pero señala un camino posible para contenerlos: “un acuerdo educativo global”.Pedagogo y teólogo acompaña a Bergoglio desde hace más de dos décadas, cuando era director del colegio San Martín de Tours y el Papa, arzobispo de Buenos Aires. Asegura que la grieta actual es “prefabricada” y que el desafío es darles sentido a los jóvenes.En su paso por Córdoba inauguró la primera sede física de Scholas Occurrentes, junto al rector de la UNC, Hugo Juri. La Casa de Trejo le brindó soporte a través del Aula Virtual a la propuesta educativa remota de la Universidad del Sentido.–Scholas tiene 8 años ¿qué balance hace de su trabajo? ¿Es el mundo más justo o injusto?–No sé si el mundo es más justo. Lo que sí creo es que es más clara la conciencia de la desigualdad y eso se ve en los jóvenes. En Irak, por ejemplos, los chicos de Bagdad querían establecer un vínculo con los chicos kurdos. Y ambos grupos querían juntarse a pesar de las diferencias. No hay otra propuesta educativa válida que no sea la casa común. Ellos no tienen cuatro paredes en su casa. Ellos son del mundo. Y eso les molesta a muchos que los prefiere ignorantes y con dueños.– Para eso necesita liderazgos y a nivel mundial hay una gran crisis.–En medio del caos del “que se vayan todos”, el Papa me convocó para crear Scholas, que en ese momento se llamaba Escuela de Vecinos. La gente gritaba “que se vayan todos” y Bergoglio decía que se iban quedar los peores. Necesitamos que vengan los mejores y que asuman los mejores. Como me decían en la Masía en Barcelona, para que haya un Messi tiene que haber muchísimos chicos jugando al fútbol. Los jóvenes quieren involucrarse en el bien público. Pero no les damos lugar y después nos quejamos cuando no les interesa. Somos nosotros los que los estamos educando de esa manera. ¿Por qué entonces ellos van a tener una respuesta distinta? Con la experiencia de la Escuela de Vecinos los chicos se daban cuenta que sus líderes no lideraban en muchos casos. Cuando se empiezan a involucrar no hay margen para el verso, la demagogia o la chantada. Si tenemos ciudadanos de verdad, va a haber dirigentes de verdad.–¿Cómo se hace para encauzar esos liderazgos cuando hay una grieta, que parece profundizarse con la pandemia?–Más que salir hay que profundizar la grieta. (Risas)–Explíquelo.–El Papa dijo “esta crisis que está viviendo la humanidad, más allá de la crisis sanitaria es de sentido”. Hay que recuperar el origen. Cuando vos profundizas la grieta te alejas de la pavada. Scholas educa donde todavía no se han dividido las aguas. Metete, llegas al corazón de los jóvenes, donde está la pasión por el encuentro. Volviendo a la grieta. Esta grieta no es verdad, es prefabricada. La grieta de verdad te lleva al origen y el origen al sentido.–La verdadera grieta es la desigualdad.–Tal cual. A veces los chicos no se animan a profundizarla porque tienen miedo de que se caiga todo. Cuando los chicos se animan a ponerle palabras a lo que les está pasando y logran hablarlo con los padres la grieta se profundiza. Pero nace el dialogo y el encuentro. Se terminó la foto y nace una realidad familiar y eso siempre es sano para los chicos.–Eso requiere incentivos y políticas multilaterales.–La manera de superar la grieta es convocar a un pacto educativo global. Donde se puedan sentar los gobiernos, las empresas, las familias, todos alrededor del dolor de los jóvenes para encontrar juntos como adultos esas respuestas que estas esperando.–En este sentido, ¿cómo impacto la pandemia en los jóvenes?–En enero se discutía si clases si o clases no. Pero antes nos llamaron los docentes de Italia y nos dijeron: “es imposible darle clases a los chicos, se están muriendo”. Pero cómo, ¿no es que no les afecta el virus? “No les afecta la respiración pero emocionalmente están destrozados”, nos respondían. Había chicos en Italia y España que vivían con sus abuelos. Ese pibe no podía hacer la tarea para el colegio o responder a la consigna que le daba el docente cuando se enteraba que su abuelo había sido desconectado.–¿Y que respuesta encontraron?–Nuestros propios jóvenes empezaron a armar reuniones de Zoom y luego en dos meses teníamos chicos de 60 ciudades del mundo que se contactaban de lunes a viernes a hablar de sus miedos, de las cosas que les preocupaban. Cuando vimos eso les dijimos a la Organización Mundial de la Salud (OMS) que no siga poniendo el estereotipo de que el chico mata a los adultos y a sus abuelos porque no le importan. Estaba creciendo la violencia, la droga y los suicidios. Los jóvenes necesitaban un espacio de escucha y contención emocional y que el mundo adulto se empezara a poner de acuerdo en esto.–¿Qué soluciones concretas proponen a esto?–Dos niveles. El primero: un aula virtual sin paredes, que los colegios las instituciones y los chicos que están fuera del sistema tengan clases compartidas. Para eso estamos pidiendo que el derecho a Internet sea como el derecho al agua. Un chico conectado es un chico que tiene agua. Parece superficial, pero estando con los jóvenes no lo es. Si no hay internet no hay educación. El Papa está dispuesta a dar clases en la Universidad el Sentido. Es una buena clase para todos los chicos del mundo. Estamos convocando a los premios Nobel, a las figuras de todo el mundo a dar clases. Segundo: contacto físico, porque también lo necesitan a través del deporte y el arte y la tecnología. Hoy los títulos se vaciaron de sentido, los chicos buscan sentido en lo que hacen por eso buscan, por eso cambian de trabajo tan rápido. Si no lo encuentran son carne de cañón para cosas más radicales. Porque a veces en las cosas más radicales buscan un sentido para vivir. Edición ImpresaEl texto original de este artículo fue publicado el 11/04/2021 en nuestra edición impresa.

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